El guerrero espiritual

Un guerrero espiritual es el que hace de la vida una búsqueda, quien trata de sacarle sentido a cada momento, quien valora la Sabiduría y la Compasión, quien aprende a desenvolverse con sagacidad y libre de violencia. Es el que entona el ánimo, no desfallece, saca inspiración de la tristeza y evita el desmayo psíquico. Valora lo positivo y no se pierde en lo negativo. Es recio y recto. Evita caer en sus propias trampas. Convierte la vida en la gran maestra. Trata de liberar la mente de engaños y autoengaños, pretextos falaces y componendas.

Valora la inteligencia clara; valora la ternura expansiva. Está siempre en el intento de autodesarrollarse para beneficio propio y de los demás. Vive sin odio entre los que odian, contento entre los abatidos, con confianza entre los desconfiados, con alegría entre los desolados, con ánimo entre los desanimados, con desapego entre los codiciosos. Es cuidadoso consigo mismo y con los demás, evita el daño, promueve el bienestar, desarrolla un sentimiento de unidad.

Emprende la conquista de sí mismo

Recompone su ánimo cuando se agrieta, retoma el hilo de la consciencia cuando lo pierde, no se deja abatir en demasía por difíciles que resulten los acontecimientos; sabe poner en marcha sus recursos internos y obtener energías extras en la dificultad; no se deja condicionar por la ganancia o la perdida, la victoria o la derrota. el elogio o el insulto. Sabe que no hay mayor conquista que la de uno mismo, no hay mayor conocimiento que el conocimiento interior; no hay mayor alegría que la que brota de la fuente interna de felicidad y no depende exclusivamente de los eventos del exterior. Transmuta el veneno en néctar, aprende de cada error, se hace más sagaz con cada traspiés.

No se lamenta ni autocompadece

En la meditación cultiva metódicamente la atención y bruñe la consciencia. No cree en la violencia; sabe que la única ley eterna es la del amor. No se ofende por banalidades, no se inmuta por trivialidades. De momento en momento hace su sendero. La suya es la senda sin senda. Toma la muerte como consejera para estar siempre despierto y más vivo. Su propósito es hacerse más y más consciente. Sabe bien que no hay conquista más elevada que la de uno mismo y se entrega a ese fin con disciplina y equilibrio.

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